Aquí no hay cabida para la comparación.
- Marianela Chacón
- 14 jun 2019
- 2 Min. de lectura
Entre muchos tropiezos con los que nos podamos topar, caer en la comparación es algo que nos puede restar una energía increíble, "medirnos" en relación a otros, nos hace caer en una inferioridad o superioridad que simplemente no existe. Y no existe porque todos absolutamente todos somos tan únicos, genuinos, auténticos, que simplemente no podemos compararnos. Tú y cada uno de las personas que habitamos en este mundo, escogimos y por lo tanto tenemos un plan único, una misión o propósito de encarnación. Todos somos necesarios.
Cuando dejamos de compararnos la inferioridad y la superioridad desaparecen, cualquier expectativa por el cómo "debería" ser desaparece. Y es que los "debería" están grabados en nuestro inconsciente de tal manera qué, hacen estragos con nosotros y a no ser que hagamos conciencia y decidamos liberarnos de ellos, viviremos en una constante inconformidad e insatisfacción, incluso envidia o resentimiento, podemos llegar a experimentar sentimientos tan negativos, todo producto de la constante comparación con el entorno. Y nada retrasa más las bendiciones infinitas que están provistas para nosotros que la envidia y el resentimiento.
Cuando sacamos de la mochila la comparación, cuando decidimos dejarla a un lado y que ya no forme parte de nosotros, nos abrimos a la experiencia de vivir nuestra vida, nuestra historia. Es muy probable que producto de la comparación nos estemos perdiendo de nuestro camino, de nuestro viaje, por estar intentado vivir el viaje de otro. Lo importante es que siempre estamos a tiempo, siempre tenemos en nuestras manos la oportunidad de comenzar.
La invitación hoy es a que observes, observa si te comparas, en qué ámbitos lo haces y hasta qué punto te está perjudicando. También a que te reconozcas auténtico y te elogies por tus dones y talentos, verás como poco a poco comienzan a aflorar más, y sin duda alguna te sentirás más ligero y pleno, la carga de la comparación sobre tus hombros no hace más que dificultar tu camino. Alégrate con los logros ajenos y aperturate a recibir los tuyos.
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