De pecadora miedosa a creadora y libre.
- Marianela Chacón
- 17 ago 2019
- 4 Min. de lectura
Comencemos con las palabras respeto y comprendo, ¿a qué? a todas aquellas personas que aún necesitan de una iglesia para su proceso evolutivo. La finalidad de este artículo es compartir una experiencia, no juzgar a nadie.
¿Cuántas veces nos referimos a Dios y pensamos en el Señor Barbudo que castiga o premia según como nos portemos? Es normal, eso fue lo que nos enseñaron a la mayoría.
¿Cuántas veces nos hemos referido a <iglesia> y <religión> como si estuviésemos hablando de lo mismo? Sucede, pues la iglesia católica ha hecho un gran trabajo para conseguir “lealtad y seguidores” a costa de lo que sea. Aclaremos:
La religión hace referencia al conjunto de verdades basadas en el amor universal, la práctica que encierra el “amaos los unos a los otros” y “amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Aquí no hay limitación, sacrificios, castigos, aquí sólo operan los principios universales, que no son ni buenos ni malos, simplemente existen, en la medida en que los estudiamos logramos comprender que somos creadores de nuestra vida, solo que desconocemos los principios que rigen el universo.
Ahora vamos con la iglesia:
Por su parte la iglesia es un organismo, una organización humana creada por los hombres, proviene de ecclesia, palabra que significa reunión, es decir conjunto de cosas dispersadas. Su objeto es reunirse para orar, practicar obras piadosas, enseñar, etc, (hasta aquí todo es aceptable) ¡hasta qué! se les ocurrió crear amenazas, castigos, dogmas, reglas, indulgencias y permisos especiales, ¿todo para qué? conseguir lealtad hacia ella, sus leyes y obligaciones físicas y corporales, limitaciones, ritos, nada que ver con la religión. En las iglesias existen las normas, el pecado, el castigo, los sacrificios, la pobreza, el Dios de barba blanca que castiga y premia.
¿Y cuantas veces al decir Dios, piensas en que te estas refiriendo al de la iglesia? ¡muchas! O declararte “ateo” en signo de rebeldía o no creer en nada y ser libre, nada más alejado de la realidad que eso, nadie sobre la faz de la tierra es ateo, ¿Por qué? porque si sientes amor así sea por tu coche, casa o mascota estas reconociendo la existencia de Dios, Ser, Energía, Fuente, Creador.
La libertad de vivir desde la espiritualidad consciente, de la religión vista como principios universales, sin castigos, tomándonos el tiempo de comprender cómo funcionan, sabiendo que hay un único Dios, Ser, Fuente, Energía, Creador, nos lleva a la plenitud, de que puedas practicar yoga, astrología, reiki, ho´oponopono, meditación, kabbalah, metafisica, tarot, respiración consciente y cualquier otra herramienta que surja que te permita conectar con tu ser supremo, que te permita reconocer lo grandioso que hay en ti, con libertad, sin miedo a que nadie te diga que Dios te va a castigar por eso. ¿Cómo Dios un ser todo amor va a castigarnos por practicas que van en pro de nuestro bienestar? ¿Cómo siendo creados a imagen y semejanza nos va a “castigar”?
La verdadera vida plena consiste en ser libres, en permitir al Creador fluir a través nuestro, conectarnos con el amor como principio universal, que vivamos en consciencia y no con miedo, miedo a un Dios que pintan como castigador, a una única vida y luego un juicio final donde unos al cielo y otros al infierno.
Hay muchos caminos, uno para cada cual, el mío consistió en recordar por medio de la iglesia para saberme inconforme, sabiendo que este mundo es mucho más, y comenzar a indagar, y permitirme buscar acerca de una cosa y otra, saber que todas me pueden conducir a la iluminación, esa que no ocurre sentadita meditando vestida de blanco, sino que es la capacidad de vivir plenos, aquí, hoy, como si todo se tratase de un constante milagro, de tener vida eterna y no en un cielo como espacio físico, sino aquí en esta experiencia humana.
Comprendo que aún falta camino por recorrer, que esto no es un sprint hacia la meta como dicen, este camino hay que disfrutarlo con sus altos y bajos, porque la vida consiste en eso, el un ritmo de subidas y bajadas, y no porque la gente lo repita como loro qué: en la vida siempre hay buenas y malas rachas, sino porque la Ley del Ritmo hace su parte. Sólo que ahora me siento libre, libre de poder vivir como creadora, como parte de Dios. Al principio lo hice desde la rebeldía y sentía que me la estaba comiendo porque ya no iba a la iglesia, hoy ya un poco mas serena, comprendo que hay personas que aún necesitan de la iglesia, y que si no comparto un punto de vista simplemente me retiro a lo mío, sin necesidad de juzgar ni intentar convencer a nadie de nada. Cada quién esta en dónde quiere, hasta cuando quiere. Hay muchas personas con acceso a información de otros niveles que la ponen al servicio de toda la humanidad, cada quién se topara con ella cuando así este previsto, cuando se interese, este inconforme y comience su búsqueda.
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